sábado, 19 de junio de 2010

Martin Lutero













Teólogo y reformador religioso alemán, precipitó la Reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 Tesis denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia Católica.
Formación
Martín Lutero nació en Eisleben en 1483, hijo de una familia de origen campestre y dueña de una mina.
Atendía la escuela latina en Mansfeld desde 1488, continuando sus estudios en Magdeburgo y luego en Eisenach.
En 1501, empieza sus estudios en Erfurt con la intención de hacerse abogado.
En 1505, tomó una decisión que iba a cambiar el curso de su vida de manera radical. Decidió entrar al monasterio Augustino en Erfurt. Esa decisión, junto a la búsqueda de un Dios de Gracia y la voluntad del mismo, culminó en el desarollo de la reforma de la iglesia.
Las experiencias negativas que Lutero tuvo con los medios eclesiales de gracia, no solo favorecieron la crítica respecto al lamentable estado de las prácticas en la iglesia, sino más bien obligaron a una revisión fundamental de la teología medieval.

En 1507, con 24 años, fue ordenado sacerdote y tres años más tarde viajó a Roma, la capital de la cristiandad; pero este viaje, lejos de ayudarle en su búsqueda espiritual, tuvo para él el efecto contrario al percatarse de la frivolidad y mundanalidad en la que aquella iglesia había caído.
De vuelta a su patria se doctoró en teología en 1512 comenzando a dar clases en la universidad de Wittenberg.

Las Indulgencias

En 1517 aparece en escena un monje dominico, Tetzel, predicador de las indulgencias.
Por medio de la compra de indulgencias, según la enseñanza tradicional, se libraba a las almas recluidas en el purgatorio de los tormentos del mismo.
El dinero obtenido en esta ocasión por este medio sería invertido, a partes iguales, en la erección de la basílica de San Pedro en Roma y en la compra por parte de
Alberto de Hohenzollern de un obispado.
Fue entonces cuando Lutero escribió y clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg sus Noventa y Cinco Tesis.
Este documento fue la chispa que puso en marcha todo un proceso cuyas consecuencias iban a ser de largo alcance.

Su crítica pública contra el abuso de las cartas de indulgencias en 1517 no solo produjo la discusión deseada, sino que además causó la apertura de un tribunal de inquisicón culminando en la excomulgación de Lutero, después de la dieta imperial de Worms, en 1521.
Federico el Sabio organizó un “secuestro” para proteger la vida de Martín Lutero (ver).
Lutero se quedaba en el castillo Wartburg como Doncel Jorge por casi un año, traduciendo el Nuevo Testamento al alemán.

El 15 de junio de 1520 León X publicó la bula de excomunión de Lutero intitulada Exsurge Domine; cuando Lutero la recibió se dirigió al pudridero de la ciudad y, juntamente con el Derecho Canónico, la arrojó a las llamas.
La ruptura estaba consumada. Un fraile había osado levantarse él solo ante todo un sistema religioso de más de mil años de antigüedad, con el solo apoyo de la Palabra de Dios.

En ese mismo año de su condenación Lutero ha escrito incansablemente algunas de sus mejores obras: A la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y La libertad cristiana.
Lutero viajó a Worms bajo la protección de un salvoconducto y allí, conminado ante
Carlos V, a pronunciarse sobre sus doctrinas pronunció las memorables palabras:
“Si no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento evidente (puesto que no creo al papa ni a los concilios solos, porque consta que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de las Escrituras aducidos por mí y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia.”
La suerte estaba echada; Lutero se había enfrentado al poder religioso y ahora lo estaba haciendo al poder secular. Las dos grandes instituciones: Iglesia e Imperio no estaban por encima de la Palabra, sino sujetas a ella.
La ruptura mas evidente con los votos monásticos se realizó cuando se casó con la ex monja Catarina de Bora, en Junio de 1525.
Ahí, se formó el núcleo principal de la casa parroquial evangélica.
“Después de la Palabra de Dios no hay un tesoro más precioso que el santo matrimonio. El mayor don de Dios sobre la tierra es una esposa piadosa, alegre, temerosa de Dios y hogareña, con la que puedes vivir en paz, a la que puedes confiar tus bienes, tu cuerpo y tu vida.”
Después de la guerra de campesinos en 1525, reprobada por Lutero, el reformador promovía la formación de una Iglesia Evangélica territorial con regulaciones eclesiales.
Falleció en Eisbelen, su ciudad natal, en febrero de 1546
Por orden del príncipe elector, Lutero fue sepultado en la iglesia del castillo en Wittenberg.

Su aporte a la lengua alemana

Con su traducción de la Biblia al Alemán, Martín Lutero ganó fama permanente en relación con la unificación del idioma alemán.
Hoy en Día, unos 70 millones de fieles pertenecen a la Iglesia Luterana.

Inventar un idioma, crear una religión. Lutero fue el primero en potenciar el invento de Gutemberg.
Hasta 1534 sólo circulaban traducciones al latín de la sagrada escritura, cuya lectura y estudio estaban destinadas a sacerdotes y eruditos. La traducción de Lutero intentó poner la Biblia al alcance de la población, siguiendo su idea de que cada lector y no la iglesia es responsable de la interpretación de la Biblia.
Par
a conseguir su objetivo, Lutero inventó una suerte de mezcla entre las características común de los dialectos que por entonces se hablaban en Alemania y el latín y así creó el llamado “alemán puro”, un idioma artificial que es la base de la actual lengua alemana.
Lutero publicó su Biblia apenas 60 años después de la invención de la imprenta y con ello se transformó en el primer libro de circulación masiva de la historia y también marcó el inicio de otra revolución: la lectura masiva.

Conclusiones

Martín Lutero no fue un hombre perfecto, y desde la perspectiva actual tampoco la totalidad de su pensamiento. Algunos autores sostienen que Lutero guardaba algunos resabios de antisemitismo, algo inadmisible para el protestante de tan solo unas décadas después y mucho menos para el de hoy en día. Aún así, a favor de Lutero, vale mencionar que su mejor discípulo y amigo, el que lo ayudó en la traducción de la Biblia, era judío. Su nombre, Philipp Melanchton.

Lutero no había objetado el bautismo de los niños, cosa que sí haría Menno Simons, luego los anabaptistas como Hubmaier y finalmente los bautistas como Roger Williams. Tampoco renegó del uso de la vestimenta sacerdotal romana entre otras cosas y aún tenía en mente una Iglesia unificada con un líder único.
Pero debemos comprender el contexto histórico que rodeó a Lutero. Él era un hombre formado en el seno de la Iglesia católica, que tuvo la oportunidad, la visión y el coraje de pretender cambiarla, cosa que finalmente no pudo hacer. Pero su aparente fracaso se cambió en rotundo éxito, ya que nació un movimiento claramente distintivo que los propios romanos llamaron “Protestantes”

Martín Lutero, fue un hombre que sincero y entregado a Dios tuvo el privilegio de dar forma al trabajo de muchos antecesores reformadores, algunos laicos y otros sacerdotes, quienes solieran pagar con precio de sangre su visión.
Lutero abrió la puerta a través de la cual comenzó a filtrar la luz de la Gracia para todo el mundo que la aceptase.
A Martín Lutero le fue concedido por la historia el honor de ser llamado el
Padre de la Reforma, un movimiento que seguiría con cambios y mejoras hasta hoy en día. Quizá nunca se llegue a la perfección en esta tierra. Mas en Gloria, junto a él y otros héroes -o no tanto-, podrá finalmente completarse en plenitud y perfección conforme al proyecto de Cristo.